martes, 10 de junio de 2008

Acto en Medicina 80 años de tu queria presencia...


Allá por 1960 en La Habana, con barbas largas, boina caída y cigarro en mano el Che decía “Para ser médico revolucionario, o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es revolución. De nada sirve el esfuerzo aislado, individual, la pureza de ideales, el afán de sacrificar toda una vida al más noble de los ideales, si ese esfuerzo se hace solo, solitario en algún rincón de América”.
A casi medio siglo de aquellas palabras los pueblos latinoamericanos, encabezados por la luminosa Cuba, podemos decir: “Sí, comandante, hay revolución”. Hay rupturas cada vez más profundas con los mandatos imperiales que señalan que la marcha de gigantes que hace más de dos siglos los pueblos hemos comenzado a andar, más temprano que tarde, está dando sus frutos, y que el repartir panes y peces ya no es sólo una hermosa canción, sino una bella cotidianeidad. Y en eso anda Evo, el MAS y el pueblo boliviano, enfrentando a las oligarquías secesionistas; y en eso anda Chávez: construyendo el poder del pueblo y el socialismo del siglo XXI; en eso anda Correa, denunciado la intromisión yanqui y a sus títeres locales; y en esto de intentar convertirnos en protagonistas, y no en meros convidados de piedra, andamos los pueblos latinoamericanos.
Y entre nosotros anda el Che. El Che que bajó de Sierra Maestra, el que caminó por los salitres chilenos y se hermanó con los pueblos del mundo cuando conoció a un tal Martí y pudo sentir en lo más profundo que “patria es humanidad”.
Con ese Ernesto es que hoy celebramos: no sólo con el de la bandera, la canción, el habano y el fusil; lo celebramos con el trabajador voluntario y con el médico también, lo celebramos con el revolucionario integral que sabía ser.
Por eso estamos acá; porque creemos, como el Che, que la medicina en particular y la formación universitaria en general cobran sentido en tanto que el estudiante, el científico, el profesional, se reconoce hijo de su época e interviene en favor de su pueblo. Pero entendiendo pueblo no como una categoría analítica abstracta, huérfana de hombres y mujeres, sino con la crudeza que aparece al abrir la puerta: con los pies mojados, desdentado y la camisa a medio estirar. El Che hablaba claro y contundente cuando proclamaba: “Que la universidad abra sus puertas o el pueblo las derribará”.
Celebramos con Ernesto las balas contra el imperialismo y las manos con que hizo la zafra; celebramos su tarea en el Banco Central de Cuba y su claridad en la ONU; celebramos su integridad como guerrillero, ministro y como médico, y por sobre todas las cosas, celebramos al Che como revolucionario; celebramos al Che por fuera del mito al que la cultura dominante día a día intenta reducir.
Y lo celebramos acá, en esta alta casa de estudios, no sólo porque por estos pasillos Ernesto, -sin ser el Che todavía-, caminó, porque en estas aulas cursó, sino porque acá dio sus primeros pasos de formación teórica como médico, esa profesión que lo llevó a lo mas profundo de su reflexión y su accionar. Reflexión que sintetizaría años mas tarde, al escribirle a sus hijos que “sentir en lo mas hondo cualquier injusticia cometida contra cualquier hombre, en cualquier parte del mundo, es la cualidad mas linda de un revolucionario”. Y desde esa convicción Ernesto, que se convirtió en el Che, pensó, construyó y lucho por una sociedad de hombres y mujeres nuevos.
Porque como el Che, apostamos a que el conocimiento sea un arma creadora y liberadora para demoler de una vez y para siempre la concepción individualizada del sujeto, del sujeto sujetado por fuera de la historia, aparte de su pueblo.
En esta época en donde las ideas son la mejor trinchera para defender la dignidad humana, las facultades, las universidades se transforman en espacios fundamentales para colmarlos de guevarismo, de irreverencia, de revolución.
Y una vez más el “seremos como el Che” toma cuerpo en nuestros días para fundirse con Brecht al invitarnos a no naturalizar el horror, a no naturalizar las injusticias, a no naturalizar la falta de cura por falta de medios, a no naturalizar al profesional de saco y corbata pendiente de su propio triunfo en detrimento del bienestar colectivo.




Precisamente, porque el Che es esfuerzo, es estudio y es rebeldía, es hora de construir y profundizar los argumentos para la batalla de ideas. Hoy más que nunca, en tiempos en que Latinoamérica asiste a una hora histórica en su esfuerzo por construir el socialismo del siglo XXI, con la Cuba del Che y Fidel en pie, hay que redoblar los esfuerzos en el estudio y la formación para comprender la realidad y transformarla revolucionariamente.
Y como decía el Che: “Si se nos dijeran que somos casi unos románticos, que somos unos idealistas invertebrados, que estamos pensando en cosas imposibles, nosotros tenemos que contestar una y mil veces que sí, que sí se puede”. Esa es nuestra tarea histórica y nuestro desafío y que solo nos queda vencer es nuestra más profunda convicción.

Hasta la victoria siempre.
Patria o muerte ¡venceremos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por publicar la noticia. Muy lindas fotos!!
Quería agregar que el Aula Magna se llenó de compañeros y compañeras que conmemoraron el nacimiento del Che con banderas, consignas y cantos. Hablaron el representante de la embajada cubana, Orestes Hernandez, el Secretario General de la CTA-Capital, Fabio Basteiro, el Coordinador Nacional del MTL Carlos Chile y la dirigente del Grente Gremial Docente y docente de la Facultad de Medicina, Cristina Ibarra.